jueves, 9 de abril de 2009

Todo puede pasar...


Llamó a mi puerta el primer día que supe de él,
y sin conocer ni el color de sus ojos, lo imaginé.
La dulce forma con la que me contabas sus pequeñas fechorías me hizo quererlo.
Y también envidiarlo por pasar las tardes contigo.
Y lo imaginaba.
Y un día nos presentaron.
Nos vimos por primera vez cuando la pequeña ya estaba en casa. Y nos sonreímos.
Le pedí al Señor Potato que me ayudase a acercarme a él. Y algo hizo...verdad?
Es mágico como ha ido creciendo,
cómo son de brillantes sus ojos cuando miran,
cuánto me gusta esa sonrisa de chispas que me recuerda tanto a su tito,
cómo ha pasado de decir cuatro palabras a enseñarme a reir
con esa graciosa manera de remarcar la "r",
cómo son sus abrazos incluso después de tanto tiempo,
es muy bueno y no me lo tiene en cuenta,
es increible que tenga un pensamiento para mí.
Y si no es, así quiero creerlo,
y de ese pensamiento y de sus pequeños dedos de genio nació ese personaje azul,
y estoy segura que podría hacer lo que quisiera...
Ya somos amigos.

Gracias cariño.

P.D.: El dibujo es del Niño Darío. Y es un tesoro que me regaló.

1 comentario:

Antonio dijo...

Es que ha salido con el talento y el buen gusto familiar. ¡Cualquiera se resiste a tus encantos!