martes, 2 de marzo de 2010

Edu y Leti

¿Me invitas a un helado? De limón...dijo ella.

Y tuvo uno cada tarde del aquel verano.
Él se quedaba con la vueltas de los recados que le mandaba su madre. Era verano, no había clases y tenía que ayudar en casa. Sus hermanos eran pequeños. Él iba sin rechistar, su madre le daba la chatarra que sobraba. A veces tenía para el helado de ella, otras, incluso, tenía para uno para él.

Y así pasó aquel verano: no le hacía falta despertador, siempre abría los ojos a tiempo; mojaba una magdalena en leche fría; se ponía los zapatos bajando las escaleras del porche; visitaba al pescadero, al panadero; otras veces al carnicero, a la frutera; volvía a casa con la hora justa; salía corriendo hasta llegar en la esquina desde donde ojeaba su puerta; ella daba clases de inglés en verano y siempre era de mañana; él la veía salir, cruzar la calle y andar dando patadas a lo que se encontraba por el camino; él regresaba a casa, disfrazaba la mesa de la comida, se atragantaba con los pimientos...; al terminar, se miraba en el espejo ("estoy bien peinado") y volvía a correr escaleras abajo...

...Cada tarde de aquel verano se encontraban en el puestecillo de helados. Ella con boquita de limón y él con ojos de mago...

¿De limón?
Sí.