jueves, 27 de noviembre de 2008

Desde mi azotea

Hacía tiempo que vivía en una azotea.
Una azotea que me asomaba al mundo que con mis propias manos tocaba y moldeaba.
Llevaba años arrimándome al vértigo que provocaba volver un día tras otro.
Desde mi azotea, unos días veía despetar la mañana, otros dormir la noche de invierno.
Ella ha soportado mis deseos, mis protestas, mis muchas risas de las de axfisiarse y también, mis deseperaciones.
Mientras permanecía en mi azotea, he recibido llamadas de auxilio, llamadas que querían comprar un ladrillo de mis vistas, llamadas para invitarse a comer, llamadas sin sentido y otras con mucha guasa...y todas fueron respondidas.
Tuve muchos vecinos: otros que vivían otras azoteas, que compartían otras visitas, otras llamadas, otros lamentos...otras horas por echar.
Y nos reuniamos para compartir los pitufos de la cafetería de enfrente, de la de al lado y de la de más payá...Nos haciamos visitas para robarnos el agua, aunque a veces, este, era el regalo de nuestros buenos días. Ni que decir de los días de cumpleaños, una tarta en tu azotea o en la mía?...todo esto con copia al servidor.
Con unos vecinos tuve más que palabras, con otros muchos abrazos, con las vecinas muchos cotilleos, con las marujas, más que miradas, con los amigos, más que ayuda y con los desaparecidos, muchos recuerdos.
En este tiempo recibí muchos papeles y cartas de tareas por hacer, todos estos, respondidos y con acuse de recibo.
El sol esplendido llamó a mi ventana, me asomé por un momento al borde, ese al que me asomaba cada día desde mi silla, y lo ví...lo ví a él...casi me caigo de la sorpresa pero él siempre supo agarrarme con fuerza, siempre supo encontrarme...fue como un regalo que me encontré en mi propia azotea...bendita vista la tuya.
Un día, después de muchas reventas, después de muchos desencuentros e incertidumbre, recibí una extraña llamada: era mi propia azotea la que me llamaba a mí...
...y todo acabó...como cuando se acaba el día...

Ahora son otros los ojos que miran otras vistas, ahora son otros los ojos...

Y en mi saco...miles de fotos de mi cabeza, muchos escalones subidos y ganados, muchos hombros en los que apoyarme cuando lo necesite, un transistor, unas bolsas llenas de arena del nacimiento de mi azotea, muchas ideas compartidas, muchos amigos por llamar...y sobretodo...
...al amor de mi vida...el que me enseñó que el Universo conspira a favor mía...

P.D.: a pesar de todo, tengo que dar las gracias.

3 comentarios:

Antonio dijo...

Como un fantasma, dejas el rastro de tu propia existencia allí donde habitas. Pero un rastro de vida, un ratro de felicidad y de sonrisas, de caracter y de hermosos cabellos ondeantes.

Ya sabes que me gusta mirar allí donde estás, donde has estado, a las azoteas por donde te prodigas pasando a saltos de una a otra. Sin embargo no me da pena, porque no se trata de lo que se hizo si no por lo que hubo. Y los que hubo, aunque se desperdiguen, siempre van a ver tu rastro.

juani dijo...

tu sabes que tu azotea sigue y seguirá aquí, con vistas y con visitas, con luz por las ventanas y con una hamaca para tomar el sol..nadie puede recomprar tu azotea, nadie puede reemplazarte..la vida en esta comunidad sin ti ya no es lo mismo...un poquito de por favor

Elena dijo...

Nuevos habitantes vendrán a habitarla, clientes de paso, que solo quieran ojear, otros que echen raices, alguno que otro que quiera y no pueda...

Serán mas amigables, menos simpáticos, mas risueños,menos trabajadores, con mas o menos ganas...

Pero ninguno/a con esa mirada inocente, con espíritu de niño libre, con ganas de taconear sobre los problemas y cantar por bulerias ante los obstáculos...

Algunos te han perdido como vecina y compañera de batalla, otros AFORTUNADOS como yo, te tendremos siempre viviendo en nuestra azotea.
Besos de mandarina