sábado, 12 de diciembre de 2009

Adriana y Nunam

Adriana necesitaba tanto amar. Tanto que un día soñó que volaba y cuando despertó, pestañeó rápido, miró a un lado, a otro...y volvió a dormirse. Mientras acariciaba su almohada, cerró los ojos y volvió a soñar. Soñó que se mudaba de casa, que vivía en una pequeña casa con jardín y vecinos en un barrio bohemio del norte de la ciudad,y uno de ellos era él. Él se llamaba Nunam, tenía el pelo rojo y una bici de las más rápidas de la calle. Un día Adriana lo invitó a merendar, hizo pastel de chocolate con muñecos de chocolate y fresas con chocolate. Nunam enloqueció: la última porción del pastel sabía a la menta instesa de los ojos de ella. Y hizo no falta más pasteles.
Adriana amaba intesamente a Nunam y Nunam también lo hacía pero a su manera. Adriana no olvidó nunca las frases de Nunam aunque se hiciera la olvidadiza. Pero ella era feliz...y si no lo era, pestañeaba rápido para volver a soñar...

Y es que hay cosas que nunca se olvidan, como cuando lees frases que no entiendes y quieres entender, como cuando lees lo que no debes porque tu mente es libre...
Adriana era libre...pero Nunam lo era más...

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