la unión del dedo gordo al resto de la mano,
como su espalda cuando bosteza,
o sus corvas buscando el sol.
Como las chispas de mentirijilla por el cuarto,
las chispas de los besos deseados,
las del roce,
las chispas del primer día.
Como un bocao en el pan,
un croissant de mantequilla,
la mitad de la moneda por pagar,
los brazos danzando.
Tan profunda como la mar,
tan dulce como la melaza,
más febril que el terrá,
feliz como cuando se consigue.
Blanca hasta el destello,
salada como las palmas,
llenita de una sopa de letras,
salvada por la cárcel de los dientes cerrados.
Ésta niña vivita, que te las dedica cada día,
que ni llena ni entera,
sólo posee,
la de luna a medias...pero tuyas.
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